TODA HUELLA ES UNA TRANSFORMACIÓN QUE INSISTE
CASA DE LA CULTURA | Av. Alem 925. Bahía Blanca.
11.11.2025 al 18.11.2025
Artistas
Soledad Rebaudi, Camila Sanchez, Silvia Lorenzo, Laura Manino.
Curaduría
Ana Larrere.
Registros de Majo Fábregas
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Sobre la exhibición
Cuatro artistas de Mar del Plata presentan Toda huella es una transformación que insiste, una muestra colectiva con curaduría de Ana Larrere que reúne obras en distintos formatos —fotografía, dibujo, textil, pintura, instalación, grabado y cerámica— para reflexionar sobre las marcas que dejamos en el mundo y las transformaciones que éstas provocan.
Inspirada en el concepto de huella de Jacques Derrida, la exposición aborda la idea de que toda inscripción —en el cuerpo, en los materiales o en el paisaje— es un proceso vivo que persiste y se reescribe con el tiempo. Las obras de Laura Manino, Soledad Rebaudi, Silvia Lorenzo y Camila Sánchez se entrelazan en un recorrido que invita a pensar el cuerpo como un territorio sensible, capaz de registrar y transformar su entorno.
Toda huella es una transformación que insiste propone un archivo vivo de memorias en tránsito: un espacio donde las marcas del tiempo se vuelven materia poética, recordándonos que toda huella, al insistir, transforma también aquello que la contiene.
TEXTO CURATORIAL
Las huellas que insistimos en dejar
Quienes alguna vez han caminado descalzos por la arena junto al mar quizás recuerden la fascinación de
mirar hacia atrás y ver las marcas que dejaban sus pies en la orilla. Un juego simple: avanzar, detenerse,
volver sobre los pasos, dibujar con los dedos una línea efímera que pronto sería reclamada por el agua. Y
aun sabiendo que la marea borraría cada rastro, insistíamos en marcar la arena, como si dejar una huella
fuera una forma de afirmarnos en el mundo.
Toda huella es una transformación que insiste explora el cuerpo como un espacio de inscripción, un
puente entre lo que fue y lo que puede ser, y un mediador entre lo viviente, lo natural y lo construido. A
través de las obras reunidas, las artistas proponen distintas maneras de pensar las marcas que dejamos:
rastros materiales, gestuales o simbólicos que no son estáticos sino que se transforman, cambian de lugar
y vuelven a aparecer bajo nuevas formas.
En la serie Uniformes, de Camila Sánchez, el cuerpo se revela a través de su ausencia. Camisas y faldas
intervenidas con bordados y dibujos conviven con pequeños cuadros que amplían ese universo. En ellos,
los gestos cotidianos, los objetos domésticos y los hilos del trabajo manual evocan la memoria de los
cuerpos que los habitaron. Los nombres bordados —como una constelación de mujeres— aluden a los
saberes transmitidos. En su obra, la huella es también continuidad: un modo de mantener vivo lo
aprendido, lo compartido y lo sentido.
Entidades Simples, de Silvia Lorenzo, explora la huella visual del territorio a partir del registro de un
instante. Su mirada captura reflejos y fragmentos donde lo natural y lo construido conviven en equilibrio. A
su vez, la artista expande ese gesto hacia la materia misma: patrones, texturas y trazos que ella encuentra
en el entorno. En ese diálogo entre imagen y huella, Lorenzo convierte la observación en una forma de
presencia. Cada registro es una manera de volver a mirar el paisaje, de reconocer en sus marcas la
continuidad entre el cuerpo y el mundo. Sus obras revelan una atención paciente hacia lo mínimo, hacia
aquello que se transforma con el tiempo y deja su señal en la superficie de las cosas.
En la serie Patrimonio la huella se materializa en elementos del territorio. Soledad Rebaudi transforma
arena, sal y agua de mar en piezas que interpelan nuestra relación con el entorno, invitándonos a
reflexionar sobre la fragilidad del paisaje y la manera en que lo habitamos. Un fragmento de geotubo
intervenido condensa la tensión entre lo natural y lo artificial. Los lingotes de arena y los frascos de
perfume con agua marina, dispuestos en vitrinas, resignifican esos materiales al convertirlos en reliquias.
Lo que antes pertenecía al paisaje abierto se vuelve objeto de contemplación, recordándonos que cada
intervención humana deja marcas que persisten más allá de su tiempo. En ese gesto, lo efímero se
convierte en memoria y lo cotidiano en patrimonio.
Las obras de Laura Manino exploran la huella como un vínculo recíproco entre el cuerpo y la naturaleza.
Sus cerámicas dialogan con ilustraciones de gran formato en papel, conformando un conjunto que se
despliega entre la unión y la fractura. Las piezas de El bosque erótico, aluden a cuerpos en transformación
que se abren, se expanden, se quiebran y se funden con lo vegetal. En los dibujos, esa misma energía se
traduce en una trama densa de líneas que parecen moverse, crecer, palpitar. En ese diálogo de
materialidades, la artista construye una poética del intercambio y la fragilidad: un territorio donde cuerpo
y entorno se transforman mutuamente en un espacio de metamorfosis, a partir de la respiración
compartida.
Cuatro artistas, cuatro modos de insistir en esas huellas que nos transforman. Sus obras buscan hacer
resonar esas marcas en otros lenguajes, en otras materialidades, en otras memorias. En el encuentro
entre ellas, aparece un espacio sensible donde el territorio se vuelve una oportunidad para pensar cómo
habitamos, recordamos y nos vinculamos con el mundo que compartimos.
Ana Larrere
Laura Manino
De la serie: Hiper Orgánico
Sincronización 1 y 2. (2022).
2 Dibujos realizados con tiza pastel sobre papel de 220g
cada uno de 200cm x 150cm año 2022.
Dos dibujos que se encuentran, dialogan sin palabras: en uno, la naturaleza respira con el mundo que la sostiene; en el otro, el espíritu, la mente, el cuerpo y la materia se reconocen como partes de un mismo pulso. Juntos, revelan que todo está unido por hilos invisibles: el viento que toca las hojas, el pensamiento que mueve la mano, la sangre que acompasa el latido. Es la sincronización silenciosa de lo vivo, donde lo interno y lo externo son reflejos que se buscan y se responden.
El bosque erótico- piezas 1 y 2 (2024).
Cerámica esmaltada.
Dos piezas de cerámica se completan, se reconocen en su origen común: la tierra. Una figura emerge como un ser primitivo, modelado por raíces y humedad; la otra, una mujer que se entrega a la suavidad del contacto, a la caricia que es deseo y memoria. Juntas, encarnan la fantasía de lo erótico como un lenguaje antiguo, donde la naturaleza respira pasión y la piel es paisaje vivo. En ese encuentro, materia y cuerpo se funden, recordándonos que el deseo también germina, crece y florece desde lo más profundo de la tierra.
Texto de la artista
Busco resaltar la sensibilidad que habita en cada aspecto del mundo natural que me rodea. Observo cómo los patrones de repetición y expansión sostienen el ritmo de la vida, mientras la luz y la sombra dialogan de forma permanente. En ese equilibrio continuo, lo orgánico se transforma, crece y vuelve a comenzar.
Silvia Lorenzo
De la serie: Entidades Simples
N° 1914 / N° 1554 (2020-2021).
Fotografía digital / toma directa
80 cm x 60 cm
Impresión en papel Canson Edition Rag, 310 grs.
S/T (2025)
Grabado
Medidas variables
Lienzo y papel
Texto de la artista
Reflexiono sobre el movimiento; en mi trabajo hay una intencionada repetición del gesto. El ritmo, la velocidad y los detenimientos generan frecuencias variables. El sentido de continuidad está marcado por las pausas.
En la serie Entidades Simples mi visión es una posible realidad, es algo que sucede en ese instante que separa la existencia de lo que ya ha sido, es la forma asumida sujeta a cambio. La obra sucede en esos espacios, en ese tiempo.
Soledad Rebaudi
De la serie: Patrimonio
Registro de la Sal (2024).
Geotubo, mar, arena, lápiz acuarelable.
Impronta del mar sobre trozo de geotextil sintético utilizado para la protección costera en zona Acantilados, Mar del Plata.
Médanos (2021).
Acetato de 200 micrones, arena de médanos marplatenses.
La arena es una etapa en la desintegración de las rocas. Por acción del viento, un médano puede moverse de un lado a otro. De este modo el paisaje se renueva constantemente. Enumeración de las acciones ejercidas sobre los médanos marplatenses: erosión, desintegración, alteración, fragmentación, envasado, comercialización.
Archivo visual del Mar Argentino (2024).
Agua de mar, tinta, frascos.
Espectro de color real del Mar Argentino según muestras y mediciones oceanográficas.
Texto de la artista
Hago arqueología sobre los materiales para descubrir lo que palpita bajo lo aparentemente inmóvil. Hay piel, materia, temperatura. Pulpa. La obra tiene sistema nervioso.
En la serie Patrimonio realizo un inventario del patrimonio urbano y natural de Mar del Plata, a modo de atlas sin fin.
Se trata de recuperar desde el futuro eso que no va a estar, recuperarlo en un momento anterior al tiempo de la pérdida.
Camila Sánchez
De la serie: Uniformes
Uniforme n°2 (2022).
Acrílico, marcador y botones antiguos sobre tela y prenda de vestir.
80 x 40 cm
Uniforme n°3 (2023).
Hilo y botón sobre prenda de vestir.
110 x 40 cm
Uniforme n°6 (2025).
Acrílico, caireles y botones antiguos sobre tela y prenda de vestir.
110 x 60 cm
Texto de la artista
En 1998 comencé a trabajar como empleada de la provincia de Buenos Aires en el Casino Central de Mar del Plata. Comencé en éste trabajo a los 18 años y fue el que me permitió costear mis estudios de arte visuales y en música y hasta el día de hoy mis proyectos artísticos.
En la serie “Uniformes” (2021- continúa) las diferentes piezas surgen a partir de mis uniformes gastados, ya en desuso, que fui conservando a lo largo de 25 años (camisas blancas, pantalones de vestir negros, chalecos y moños). Con esta obra intento explorar las prendas de vestir que utilizo de forma cotidiana en el trabajo para convertirlas en objetos poéticos únicos que hablen de mi historia personal. Intento hablar de la mirada del artista por sobre las acciones rutinarias de un empleado público y de la diversidad que subyace en la uniformidad.
Gracias!
@soledadrebaudi
@camila_sanchez.apuntes
@sil.lorenzo_
@lvmanino
Más información en el siguiente link
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