TEXTO CURATORIAL
DEVENIR- CON
sobre el habitar sensible
“Nos necesitamos recíprocamente en colaboraciones y combinaciones inesperadas, en pilas de compost caliente. Devenimos-con de manera recíproca o no devenimos en absoluto”
- Donna Haraway
Si el devenir alude a la realidad entendida como proceso, devenir-con propone este acaecer en comunidad. No devenimos solos, lo hacemos con, en conexión con otros. En este sentido, las palabras de Donna Haraway, casi como un manifiesto, son determinantes: será así o no será en absoluto. La pregunta sería si es necesaria la aclaración.
Hay cierta desconexión en el devenir adultos, cuando el hombre se ubica en el centro del universo y a éste a su disposición. Surge un límite que no existe en la infancia, donde las posturas dicotómicas como hombre/entorno, cultura/naturaleza, simplemente no tienen razón de ser. De niños construimos vínculos multiespecie, nos enredamos y entretejemos amorosamente con todas las otredades no-humanas que nos rodean, pensamos esas otras especies como especies compañeras, respetamos y devolvemos la mirada, estamos disponibles. De grandes trazamos una barrera, un límite.
Sin embargo, un límite puede ser más interesante si observamos lo que habita en él, si lo pensamos no tanto como un salto y más como un territorio posible, donde no estamos ni de un lado ni del otro, sino que habitamos lo fronterizo y, por qué no, su posibilidad de agenciamiento.
Me interesa esta zona liminal donde habita el arte -o algunas obras, o algunos artistas. Los habitantes de esta frontera comprenden que no estamos frente al mundo, estamos en el mundo, como parte de.
Traer a escena la cuestión del ser parte de, me recuerda la grata sensación que tuve al toparme por primera vez con la obra Metamorfosis, de Emanuele Coccia. En este ensayo Coccia desarrolla una tesis tan cautivante como tranquilizadora: todos los seres vivos, desde el hombre hasta las bacterias, compartimos una misma vida, sin principio ni fin, que se ha transmitido durante siglos y no pertenece a nadie realmente. En esta hipótesis, el proceso de nacimiento, alimentación y muerte - es decir, el haber venido al mundo, el acto de nutrirse y ser consumido, incluso por los gusanos - representa la experiencia de traspasar al cuerpo de otros, o de incorporar el cuerpo de otros a nosotros mismos.
Es el habitar sensiblemente este territorio fronterizo, y hacerlo reconociéndose parte de, el principio que convoca a las artistas de esta muestra. En cada una de ellas mora una manera particular de sensibilidad con el entorno que no es estática sino que, por el contrario, constituyen procesos performativos de territorialización sensible. La muestra surge a partir de y deviene en la acción de recorrer como experiencia sensible -inicialmente su entorno, luego las salas del museo- para derivar, finalmente, en la posibilidad de ejercer como agente de cambio a partir de la capacidad de actuación sobre su realidad que consiga en el espectador. Este proceso está ligado a la idea de que sentir algo como parte de nuestra identidad facilita la posibilidad de actuar como agente en relación a ello.
Cuatro Instalaciones site specific convierten las salas del Museo de Arte Contemporáneo en esa zona liminal donde naturaleza y cultura dialogan y se perciben en sintonía. La propuesta nos invita a reflexionar acerca de nuestra propia posición. ¿Cómo vemos al otro? ¿Lo vemos? Lo ignoramos?, al otro árbol, yuyo, estuario, hongo, ser humano? ¿Qué lugar le damos?
Llegada esta instancia me parece interesante traer el concepto de pensamiento tentacular desarrollado por Haraway. Esta idea refiere a la condición de interrelacionalidad que sustenta la existencia: ser es siempre ser-con. Del mismo modo, el ejercicio intelectual implica pensar-con: asumiendo y reconociendo las influencias de otros en nuestro pensamiento. Y este mismo concepto, que es ante todo una manera de estar en el mundo, me lleva a su vínculo con la muestra que hoy habita esta sala. Devenir-con es una exhibición donde el pensar es, desde el inicio, un pensar-con.
La tentacularidad está relacionada con lo que pasa a lo largo de las líneas y no solo en los puntos, entonces esta manera es sustancialmente importante si tenemos en cuenta que cada una desarrolla en su hacer un proyecto de investigación, que empieza con un trabajo de campo en un lugar específico, donde se involucra lo territorial, lo social y todo lo que rodea esa sintonía particular. Bajo un pensamiento tentacular, convergen y dialogan los aportes de distintas artistas vinculadas a diversas disciplinas y campos de investigación. Ellas, a su vez, conectan con otras artistas que han habitado estas salas en otros momentos. Es una propuesta donde conviven distintos soportes, lenguajes, distintas voces y perspectivas. Donde las obras contemporáneas, creadas específicamente para esta sala, se entrelazan con las de otras artistas en el tiempo. Artistas que son parte del patrimonio del museo y que hoy salen del archivo para sumarse al encuentro, que traen sus otras maneras de hacer, sus inquietudes atemporales, sus modos particulares de sensibilidad.
La acción de recorrer como posibilidad de agenciamiento constituye el punto de partida de la muestra y es transversal a ella. Hay un trayecto sugerido que comienza cuando atravesamos el estuario que Natheim trajo al museo, donde lo que está al lado es puesto al frente y, para avanzar, tendremos que atravesarlo.
Natheim se mueve atraída por lo que no se observa, dirige la mirada, dirige la cámara, apunta, registra, escribe. Su obra El límite es el verbo supone una experiencia particular. Enfrentarla es como tomar el camino equivocado, desplazarnos a través de texturas que no elegimos ir a ver ni visitar. Es que hay una sintonía con el entorno que opera desde lo político. Lo que está al lado fue puesto al frente y la propuesta es recorrer el estuario que ella trajo al museo, hacerlo parte de nuestro habitar sensible. La pregunta, en cambio, es por el lugar que le damos a lo que no se ve, estando tan cercano y a la vista.
Atravesar la obra de Natheim supondrá llegar a encontrarnos con Silencio al Sur (1990) un óleo de Susana Arangoa, que nos sugiere lo que ella pregona: un artista nunca debería ser indiferente a las circunstancias que lo rodean.
Llegados a la sala mayor del museo, la obra S/T (1979), de Lucia Franco, sale del archivo con un aire surrealista, para invitarnos a soñar con ese espacio liminal donde artista, arte y naturaleza devienen en sintonía.
La pieza de Ana Catelli, Danza de perceptos, es un cúmulo de lenguajes coexistiendo en una acción performática y territorial. A partir del cuerpo y su movimiento, Ana explora, observa, investiga; le regala infinitas miradas al Arroyo Napostá y sus habitantes. La danza atraviesa toda su producción; su relación con el suelo y los modos de vincularse con la gravedad devienen en un conjunto de percepciones y sensaciones materializadas a partir de una instalación que es calculada y gestual a la vez.
Ana Laura Amante desarrolla en su proceso de obra un proyecto de investigación que destaca la cantidad de árboles talados en el macrocentro de Bahía Blanca. Su hacer opera desde la falta, la no presencia. Trabaja sobre el vaciamiento y lo utópico. Casi como una antropóloga, la artista recorre, observa, toma registro en frottage de ese vaciamiento. La obra busca ponerlo en evidencia, lo cuantifica, a la vez que sugiere ese recorrido. Después del bosque nos reclama reconstruir una naturaleza desarmada. Sueña la reparación de un imaginario, sueña con que todos soñemos lo mismo.
Guadalupe Pique podría definirse como una artista que descongestiona el mundo; usa lo que ya existe, rehabilita el desecho. En Paracosmos reúne elementos orgánicos con otros provenientes de fuentes heterogéneas, recordándonos que a veces el arte es más un asunto de conducción, de avanzar-con, de acompañar. En su práctica, Guadalupe conecta desde la observación de ciertos seres microscópicos, los estudia y admira, sintiéndose parte de ellos y encontrando analogías con el comportamiento de la sociedad. Paracosmos es el resultado de un devenir donde la artista conduce a partir del hallazgo, explora materiales, recolecta, estudia, procesa, prueba, teje, construye, deviene con ellos. Como en un compostaje material-semiótico, Paracosmos acumula seres vivos y otros elementos, recreando la interconexión que excede la propia territorialidad. En esta dirección, y a partir de una acción performática, Guadalupe viste este material y se hace una con la obra para hablarnos de la vida y de su contrapunto, la muerte.
La conexión con aquello que excede lo vivo, lo espectral, nos transporta a la obra de Silvia Gurfein. Les chasseurs dans la neige II (serie Espectros ) se presenta como el lugar donde el ADN de otros pintores se oculta y se revela al mismo tiempo. La artista conecta con ellos a través del color; obrando como un espectrógrafo, vincula dos tiempos y se pone en contacto con maestros de la pintura.
En este pensarse siendo con otros, las cuatro artistas convocadas llegan a esta sala a dialogar con las del patrimonio y a su vez también ellas lo hacen con otros artistas en la historia. Reunidas hoy, las de antes y las de ahora, se nutren mutuamente para pensar nuestro entorno, observarlo, tenerlo en cuenta y reconocernos siendo parte de.
Devenir- con es, así, una invitación al habitar sensible y en comunidad, abordada en pos de cierto agenciamiento. Y es desde este entendimiento, como llegaremos a la obra de Cristina Schiavi, nos veremos reflejados y sabremos si la propuesta ha podido o no, lograr su cometido.
Ana Larrere
Curadora