Creo en la curaduría como un modo de habitar el arte y el tiempo. Un ejercicio de escucha, de vínculo, de cuidado y de tensión.
Me interesa ese punto exacto donde una idea resuena, activa, insiste. Ahí empieza mi trabajo: como una conversación abierta, una pregunta que no se cierra, un territorio poroso que se deja habitar.
Curar, para mí, es construir condiciones sensibles para que algo se revele, se desacomode, se interpele.